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lunes, 22 de junio de 2015

España en datos

lunes, 22 de junio de 2015
¿Cuál es la comunidad autónoma más productiva? ¿Dónde hay más corrupción? Políticos y medios de comunicación suelen hablar de estos temas en cuanto tienen oportunidad. Los acompañan de titulares impactantes y nuestros representantes nos obsequian con «elocuentes argumentos», para justificar sus acciones. Pero muy pocas veces se hace explicando con cifras y datos adjuntos su origen. En esta ocasión empezaremos la casa por los datos, los ladrillos que deben formar los sólidos cimientos de toda interpretación que se construya.

Productividad y eficiencia

¿Que comunidad es la más productiva? ¿y la más eficiente? ¿donde se aprovecha mejor la superficie y población? Los datos necesarios para poder obtener alguna conclusión sobre este asunto son: PIB, superficie y población, de cada autonomía, en relación al total de España de cada uno de los conceptos mencionados. Este es el resultado:

Gráfica 1.— Porcentaje de la superficie, población —ordenado por este concepto— y PIB por autonomía respecto del total de España (año 2014) —Fuente: datos [Wikipedia]. Gráfica [elaboración propia]— (pulsar para agrandar)

En la Gráfica 1 se contemplan por orden de población los tres conceptos mencionados de cada autonomía. Las dos autonomías que más aportan en cifras absolutas al total de España son Cataluña y la Comunidad de Madrid, seguidas a algo más de distancia por Andalucía y la Comunidad Valenciana. Tras un salto, viene a continuación País Vasco, seguida con una diferencia gradual el resto de autonomías. No es sorpresa comprobar como las de mayor población son las que mayor aporte realizan al PIB total de España, sin embargo, como se puede comprobar, Andalucía y la Comunidad de Madrid lo hacen en áreas geográficas muy distintas. Esta circunstancia puede explicarse por el tipo de economía y la densidad de población. En áreas industriales y núcleos urbanos la densidad de población será alta y el PIB también. Aunque también existen otro tipo de economías que pueden aportar también un PIB importante. Es conveniente por tanto establecer una relación entre el PIB y la superficie como medida del tipo de economía.

Gráfica 2.— Relación entre PIB y superficie por autonomía respecto del total de España (año 2014) —Fuente: datos [Wikipedia]. Gráfica [elaboración propia]— (pulsar para agrandar)

Como era previsible, el área relativamente pequeña de la Comunidad de Madrid donde se concentran en exclusiva el área urbana, turística e industrializada de la capital de España, es la que mayor PIB por superficie ofrece. Igualmente previsible, el también muy industrializado País Vasco viene a continuación —a una distancia relativamente grande al tener mucha menos población y por tanto, menor PIB—. Al tener mayor área sigue Cataluña, con una economía basada en la industria, el pequeño comercio y el turismo de su capital. Inmediatamente después aparecen las Islas Canarias y Las Baleares, que en un área reducida ofrecen un producto turístico de primer orden mundial. A corta distancia en sexto lugar se encuentra la Comunidad Valenciana con minifundios agrícolas, turismo, pequeñas y medianas empresas, el comercio, y algo de industria. Con la Región de Murcia a la cabeza continúan de forma anodina el resto de comunidades.

¿Alguna conclusión? Me pregunto si cuando se configuró el mapa autonómico se era consciente de esos detalles como para separar a la antigua Castilla en dos comunidades y capital por separado. Castilla-La Mancha y Castilla-León junto con Extremadura, son las comunidades con menor rendimiento económico por superficie. Jugando algo más con las cifras, se comprueba como las cuatro comunidades con mayor PIB representan el 60% del total de España, en tan sólo un 30% de su superficie. Si vamos más allá, Cataluña, Comunidad Valenciana e Islas Baleares son un 11% de la superficie de España, produciendo un 31% de su PIB. Andalucía y Comunidad de Madrid representan otro 32%, sin embargo, en un 20% de la superficie total de nuestro país. La diferencia entre este caso y el anterior es que en este se requiere del doble de superficie para producir lo mismo. Además, son territorios no contiguos —Madrid y Andalucía, separados por Castilla la Mancha— y en el anterior caso mencionado —los llamados por el nacionalismo catalán «Países Catalanes»— significan el territorio continuo con mayor productividad en términos absolutos de España, y en términos de PIB por superficie por detrás del artificio de la Comunidad de Madrid. ¿Casualidad?, no lo creo.

Gráfica 3.— Comparativa de PIB y superficie entre la tripleta «Cataluña-Valencia-Baleares», Andalucía, Madrid y el resto de España (año 2014) —Fuente: datos [Wikipedia]. Gráfica [elaboración propia]— (pulsar para agrandar)

Corrupción

Hay corrupción. Y mucha. Esto está claro. El problema surge cuando se habla de ciertas autonomías como «ejemplo» de la corrupción. Lo es porque pueden ser usadas como chivo expiatorio de la corrupción de otros lugares. Como una nueva versión del «y tu más», en la que viene bien señalar a un territorio cuando se habla de este asunto, para evitar señalar los casos que tienes en tu propia casa. Las gráficas a continuación puede que ayuden al lector a extraer sus propias conclusiones.

Gráfica 4.— Delitos que afectan al bien común combinado con población de la autonomía (año 2013) —Orden alfabético, excepto Ceuta y Melilla. Fuente: datos [INE]. Gráfica [elaboración propia]—. Más información [Sabemos Digital]. (pulsar para agrandar)

En la Gráfica 4 se visualizan la suma de los delitos que afectan al bien común —escala de la parte izquierda— con la población —columna sobreimpresa amarilla con borde rojo, escala a la derecha— de cada autonomía, ordenadas alfabéticamente. Lo primero que se advierte en cuanto a corrupción, es que la relación entre la cantidad de población y el número de delitos tiene una relación directamente proporcional —a más población, más corrupción—. En números absolutos, la comunidad con mayor casos de corrupción es Andalucía, seguidas de Cataluña, Comunidad de Madrid y Comunidad Valenciana, seguidas a mayor distancia por Galicia, Canarias y el resto. Si se compara con la gráfica 1 —ordenada por población— se comprueba como coinciden las primeras cuatro posiciones más relevantes. La segunda conclusión que puede extraerse es que no hay ninguna autonomía que destaque especialmente por sus casos de corrupción en cuanto al número de ellos, teniendo en cuenta el factor comentado de proporcionalidad a su volumen de población —dicho de otra manera, Andalucía tiene mucha más corrupción que el resto, pero también tiene muchas más población, por ejemplo—. No obstante, para afinar más en este sentido se puede establecer un coeficiente que refleje la relación entre estos dos conceptos —corrupción y nº de habitantes—:

Gráfica 5.— Relación entre nº de delitos que afectan al bien común y el nº de habitantes de la autonomía —Fuente: datos [INE]. Gráfica [elaboración propia]—. Más información [Sabemos Digital]. (pulsar para agrandar)

En la Gráfica 5 se representan los casos de corrupción por nº de habitante —se han excluido los casos de Ceuta y Melilla que dada su poca población ofrecía un resultado despropor-cionadamente alto— enmascarando de esta manera el factor población. El resultado es que las Islas Baleares es la comunidad con mayor corrupción por habitante, seguidas por Murcia, Canarias, la Comunidad Valenciana y Andalucía, formando un grupo igualado. Seguidamente, en un grupo similar se encuentran varias autonomías entre ellas, Cataluña y Comunidad de Madrid. Tras otro salto, viene Extremadura que encabeza el grupo con menor índice de casos de corrupción por habitante, para acabar en solitario con Aragón. Sólo si comparamos los casos extremos, las turísticas Islas Baleares —visitadas por todo tipo de altos cargos políticos, famosos, dirigentes de mafias internacionales, jeques, etc.— con la noble y baturra Aragón —con la población concentrada en unos pocos municipios importantes y poca actividad turística— se puede encontrar una diferencia significativa, explicada por las circunstancias particulares indicadas, diametralmente opuestas de cada comunidad.

Corrupción y productividad

¿Tienen relación la superficie con la corrupción? ¿la tiene la densidad de población? ¿y el PIB per cápita? A tenor de los hechos estadísticos se ha visto como el aumento de población lleva parejo un aumento de la corrupción en sus representantes políticos, en cifras absolutas. La lógica simple de esta circunstancia es que a más población, más representantes, y por tanto, un mayor número de casos de corrupción en asuntos públicos. Recordando lo realizado hasta ahora, para determinar de forma algo más precisa el grado de corrupción independientemente de si hay más o menos población, se han relacionado ambos conceptos en un nuevo parámetro llamado «corrupción por habitante» —Gráfica 5—. Este índice pretende establecer cuantos casos de corrupción cometen los representantes políticos por cada habitante al que representan.

Ahora bien, parece existir también una relación entre la actividad económica y corrupción. Hay que señalar que en este caso no se trata de relacionar el grado de pobreza o riqueza de la población con el número de delitos. No es la delincuencia social lo que se está pretendiendo medir, sino el grado de delincuencia de la clase política que representa a dicha población. Conociendo esto, es lógico que cuanta mayor riqueza de la sociedad, mayor será lo recaudado por tributos e impuestos, mayores serán las inversiónes y en general, el dispendio monetario de la población. En este escenario cabe esperarse que mayor será la tentación, y por tanto, si los mecanismos de limitación de los políticos son ineficientes o no existen, los casos de corrupción se corresponderán de forma proporcional, como se ha visto. Para establecer el grado de corrupción de forma que un mayor o menor PIB no influya en la valoración, de forma similar al caso anterior en donde se relacionaba corrupción con nº de habitantes, en esta ocasión se hará lo propio entre corrupción y el PIB por habitante —o PIB per cápita—. El resultado se muestra en las dos gráficas siguientes:

Gráfica 6.— Gráfica combinada de corrupción por habitante (año 2013) y por PIB per cápita (año 2014) ordenadas  por el primer concepto —Fuente: datos [INE] y [Wikipedia]. Gráfica [elaboración propia]— (pulsar para agrandar)
Gráfica 7.— Gráfica combinada de corrupción por habitante (año 2013) y por PIB per cápita (año 2014) ordenadas  por el segundo concepto —Fuente: datos [INE] y [Wikipedia]. Gráfica [elaboración propia]— (pulsar para agrandar)

Las gráficas anteriores muestran los mismos dos conceptos combinados, pero ordenadas cada una por cada uno de ellos. De esta manera se pueden comparar las diferencias en función de si se contempla la corrupción en función de la cantidad de población o en función del PIB de sus habitantes. Los resultados no muestran ninguna sorpresa a lo comentado: las cinco comunidades donde hay más corrupción, independientemente de cuál de estos dos criterios se utilicen son: Andalucía, Islas Baleares, Islas Canarias, Murcia y Comunidad Valenciana. De las 17 comunidades muestreadas, siete de ellas se mantienen en la misma posición relativa en las dos clasificaciones: Murcia (2º lugar), Canarias (3ª), C. Valenciana (4ª), Galicia (7ª), Asturias (8ª), Cantabria (10ª) y La Rioja (13ª). El resto de comunidades intercambian sus posiciones según sea el criterio utilizado: Baleares y Andalucía (puestos 1º o 5º), Cataluña y Extremadura (puestos 6º o 12º). Navarra y Castilla-La Mancha (puestos 9º o 14º), C. de Madrid y Castilla-León (puestos 11º o 16º), País Vasco y Aragón (puestos 15º o 17º).

De todos estas casos tal vez los más significativos sean los dos primeros. Andalucía y las Islas Baleares poseen una diferencias evidentes, en población y en tipo de economía —latifundios frente a turismo—. Salvo Marbella, parece claro que en Andalucía la corrupción obedece a algo más que al turismo desmedido y caro. En el caso de Cataluña y Extremadura ocurre algo similar. Las grandes diferencias de tipología hacen que sea complicado establecer un criterio para «medir» la corrupción de forma cualitativa que sea aplicable por igual, que no dependa de magnitudes absolutas cuantitativas.

Conclusiones

Un sistema político por el cuál se elige y controla a unos representantes debería tener en cuenta algunos aspectos básicos de la condición humana para prevenir estos problemas. Sin embargo, nuestro ineficiente, fraudulento y defectuoso sistema político parece pensado en la práctica más para caer en las numerosas tentaciones a las que todo cargo público ha de enfrentarse, en lugar de al contrario. Y estas tentaciones serán mayores, cuanta más riqueza exista en una comunidad. En líneas muy generales, las comunidades con poca población, con poco turismo o con poca actividad económica en general, tienen menos corrupción que el resto.

Tal vez alguien pudiese pensar que la poca productividad o el poco nivel de riqueza en una comunidad —en definitiva su mala gestión— es debida a sus altos niveles de corrupción. A tenor de los datos parece que no es exactamente así. La deficiente gestión de los recursos de una comunidad están originados por otro tipo de problemas culturales, sociales, orográficos, etc, que no se van a analizar en esta ocasión, pero la corrupción no parece ser uno de ellos, puede que incluso sea al contrario. Bien sea debida a su correcta gestión o por otro tipo de circunstancias favorables, la cuestión es que allá donde hay riqueza acude todo tipo de gente en busca de nuevas oportunidades. Naturalmente la mayoría de ellos lo intentaran de forma honrada, pero inevitablemente y pagando justos por pecadores, habrá gente que no. En definitiva: allá donde hay riqueza saldrán los corruptos existentes y acudirán más. Realmente, esto obedece a una lógica aplastante: las personas faltas de escrúpulos y avariciosas por lograr una riqueza fácil y rápida, acudirán a donde hay posibilidades de lograrla. No lo harán a lugares yermos o poco poblados.

Se puede concluir que: a) las personas son potencialmente igual de corruptas en todos los lados —o existe una cantidad similar de corruptos por doquier—; b) el problema parece inherente a la ineficacia, inexistencia o poca adecuación de los mecanismos de contención públicos. Y c) la variación de corrupción entre unas y otras autonomías responde a circunstancias particulares de cada una de ellas. Estas circunstancias tienen la peculiar característica de que si bien pueden considerarse como positivas —turismo activo, actividad comercial, grandes inversiones, etc—, en la práctica, parece que constituyen —paradójicamente— un handicap por el cuál las comunidades con mayor actividad económica han de padecer un mayor abuso de sus gobernantes.

Alguien podría argumentar que falta relacionar el nivel de los cargos públicos afectados, ya que, ciertamente, no es lo mismo que delinca un funcionario, que lo haga el presidente de la comunidad. El problema es que tampoco suscita el mismo interés político ni mediático, lo que provoca que se convierta en objetivo político destapar unos casos y ocultar o ignorar otros. Dado el carácter subjetivo de esta circunstancia, el análisis político que merece se deja para otra ocasión. Para otro momento también merecería ser tratado con dedicación especial la relación entre la economía sumergida con estos factores, ya que se ha estimado que esta puede corresponderse con un 20% del PIB total de España, lo que podría cambiar sustancialmente las estimaciones realizadas en este estudio.

Recordatorio: no se trata de justificar la corrupción en una u otra comunidad, sino justamente al contrario, no utilizar a una de ellas como justificación de la corrupción en el resto, o para ocultar las carencias del sistema político.

NOTA: algunas cantidades utilizadas se han debido re-escalar para poder ajustarse en magnitud junto con otras variables en las gráficas, pero sin que afecte a la relación entre ellas.

jueves, 12 de febrero de 2015

Con Ni de Nicolás

jueves, 12 de febrero de 2015
Restos de una noche movida
¿Qué se ha logrado en estos años desde la Transición? ¿Hay alguien que se preocupe de la clase de sociedad que se está construyendo? ¿A qué se deben esas expresiones de entusiasmo que se vienen sucediendo desde hace décadas en solares, descampados, parques y sitios similares los fines de semana? Hubo varias teorías sobre los tristemente famosos «botellones», pero la sensación era que se consideraba como algo «marginal», un subproducto juvenil. Algo propio de la edad que se pasaría pronto.
...es lamentable que los que nos tienen que dar ejemplo de honradez son los que nos animen a robar
Tal vez por no estar relacionado de forma directa y evidente, nadie se acordaba entonces de que poco antes El Dioni se hizo «famoso» no por sus grandes contribuciones a la sociedad, sino nada más y nada menos que por un delito que él mismo cometió. Tanto que llegó hasta grabar un disco.
Las aguas están volviendo a su cauce y ahora se está más en la economía productiva
No mucho más tarde, a Felipe González, —el expresidente de gobierno del Partido Socialista en la época de los GAL, Roldán y el caso del Banco de España—, le preguntaban sobre la llamada cultura del pelotazo, por la cual la máxima aspiración consistía en mediante enchufe, lograr algún cargo público o montar una empresa al abrigo del poder político, cobrar muchísima pasta, y no dar un palo al agua. La sorpresa fue que no lo negó, sino que admitió que esa cultura existía, pero que no era cosa de él ¡a pesar de ser el Presidente del Gobierno!

Lo que vino luego no fue mejor, con Aznar, Zapatero y Rajoy. Entre los tres se pasó de hablar de la corrupción a hablar de la «crispación». Y mientras, la burbuja continuó inflándose hasta que estalló cuando más daño podía hacer.

En cuanto a las consecuencias sociales, ¿qué clase de «mensaje» se está transmitiendo a las generaciones que han crecido en este ambiente?, ¿qué consecuencias pueden tener el continuo ir y venir de noticias sobre sobornos, fraudes, engaños, gastos descontrolados de dinero público desde cenas opíparas hasta clubes de alterne?

En la televisión vienen siendo habituales día tras día desde hace una década o más, programas en los que sus protagonistas tienen como principal sustento diario la participación en dichos programas. Los «méritos» necesarios para lograr este estatus son al parecer, haberse acostado con alguien famoso o haber participado en algún programa, en el que no se hace nada más que convivir con otros «aspirantes». Como consecuencia, uno de los frutos de estos años es la profesión de «famoso», que tiene la principal particularidad de que surge de ella misma, es decir, de la nada.

Todas estas burbujas vacías han propiciado una generación que ha crecido en un falso clima de optimismo, cuidados entre algodones, sobreprotegidos en los entornos familiares. Es la llamada generación Ni-Ni, que ni estudia, ni trabaja, pero que ahora se ha de enfrentar a la realidad. Es cierto que otra burbuja, la universitaria, ha producido otro sector social que sí que estudia. El problema es que trabajar, trabaja poco, bien porque no hay donde hacerlo, o el que hay está muy por debajo de las expectativas que les habían prometido —siempre está la opción de pasarse a la política, claro, como han hecho los de Podemos—.

Alguien puede pensar que esto sólo ocurre en las clases más bajas, con pocos recursos y deficientemente educadas. Bien, pensemos por un momento en la Jefatura del Estado Español: el Rey. Es un cargo hereditario que está vetado a los ciudadanos españoles. Si bien es cierto que su capacidad ejecutiva se articula a través del Presidente del Gobierno, no deja de ser el mayor rango en la jerarquía política con capacidad para aceptar o revocar la elección de dicho presidente propuesto por el parlamento, además de ser el jefe de las Fuerzas Armadas y nuestro máximo representante internacional. Esto a nivel oficial, ya que no se sabe qué clase de conexiones e influencia pueda tener por otras vías. Pero podría decirse sin temor a equivocarnos que muchas.

Existe la posibilidad —remota, pero existe— de que la ahora reina consorte pudiera acceder a ocupar dicha jefatura, como regente. Se ignora si hay alguna clausula en el acuerdo matrimonial al respecto, pero este es otro problema: la falta de transparencia en algo que nos afecta a todos. La que era una simple ciudadana con su trabajo de presentadora de telediarios, ha demostrado el suficiente «mérito» como para ostentar una posición política que es imposible para el resto de ciudadanos, gracias a sus «habilidades» con el que fuera Príncipe. Estas son las aspiraciones, los ejemplos «didácticos» que la sociedad está asimilando y generando.

Si, de acuerdo, todo esto no es nuevo, pero tal vez no se haya planteado de esta manera. Presentado así, todo junto, lo que estamos presenciando no es un funcionamiento anómalo, irregular o desviado del sistema. Es este el verdadero funcionamiento. No intentemos buscar en él algún signo de racionalidad, lógica o búsqueda de la rectitud. Todo está orquestado para que una minoría «válida» pueda engañar, prevaricar, mentir e ignorar al resto de ciudadanos.

Miremos a nuestro alrededor. Si buscamos algo de valor lo encontraremos en la gente sencilla, seguramente. Sin embargo, en cuando se reúna un grupo de personas alrededor de algún interés económico u oportunidad de poder político —como por ejemplo sin ir más lejos, nuestro entorno laboral— nos encontraremos con un número significativo de personas que han formado una manera de actuar adaptada a este funcionamiento. Hay mucha más gente de lo que se puede pensar en un primer momento, que no intenta cambiar nada, ni se preocupa de si está mal o bien lo que ocurre.

No se trata de ser perfectos, ni angelitos. Se trata de que precisamente porque somos conscientes de los grandes defectos que tenemos las personas, nuestro sistema político y social debería tenerlas en cuenta a la hora de repartir el poder y ponerle límites. Y no ocurre así. Más bien al contrario.

No son casos aislados de gente problemática. Ni es un problema de determinadas clases sociales. Es al parecer el resultado de una nueva cultura que considera que es este el procedimiento habitual. Que considera que no hay límite alguno para el engaño al prójimo. Que no tiene el más mínimo rubor de mentir ante el público o ante cualquier medio, ya que lo considera algo totalmente normal.

El caso paradigmático de esta nueva cultura, de esta nueva especie, ha alumbrado su espécimen: el pequeño Nicolás. El caso de este joven que se ha codeado entre las altas jerarquías sin que nadie haya notado extraña su presencia, sin que haya habido una respuesta hasta ahora del sistema para limitar este tipo de actitudes, parece una prueba de ello. A pesar de todo, se pasea por las televisiones haciendo gala de su situación. Es lo normal.

Nicolás: Ni estudia, Ni trabaja

    sábado, 7 de mayo de 2011

    Juez Garzón: de juzgado de guardia

    sábado, 7 de mayo de 2011
    Los artistas mienten para decir la verdad mientras los políticos mienten para ocultarla

    Siguiendo la estela del exitoso libro Indígnate del francés Stéphane Hessel, varios personajes presentan otro del juez Baltasar Garzón, basado en una idea similar. Según este artículo del diario Público donde colabora Ignacio Escolar —uno de los participantes de la presentación— se pretende vender una idea de reacción social en la que, como no, el objetivo principal son los banqueros por ser el supuesto origen de todo el problema de la crisis actual, y que el catedrático de economía aplicada Juan Torres López, otro presentador, los califica de inmorales, irresponsables, insensibles e inhumanos.

    lunes, 19 de octubre de 2009

    El caso Gürtel (ahora ya en serio)

    lunes, 19 de octubre de 2009
    ¿Son los casos de corrupción destapados en la Comunidad Valenciana y conocidos como caso Gürtel, tan excepcionales o distintos a lo que ocurre habitualmente en el resto de comunidades? ¿No parece transmitirse que es así, que «huele mal» y es necesario hacer limpieza de una vez?

    No todo lo que se cuenta en la prensa es lo que es. Más aún si la prensa está sometida a un estado de partidos en donde la democracia se entiende como una lucha sin cuartel por llegar al poder, un poder sin trabas ni poderes independientes y sin participación ciudadana. Y más todavía, si de lo que se trata puede desestabilizar la imagen de un partido cara a sus electores. Y todavía más aún, si es en una comunidad autónoma en la que desde hace años gana un partido político determinado sin que haya alternativa. Y todavía más aún con diferencia si esa comunidad es un objetivo claro de un pancatalanismo que tiene sometida a la izquierda nacional española en concreto, y al gobierno central en general.

    De las comunidades con mayor Producto Interior Bruto (PIB), las de Cataluña y Valencia representan un 28,4% del PIB Español. Si le añadimos las Islas Baleares es un 30% aproximadamente. Estas tres comunidades contiguas geográficamente, poseen un enorme valor estratégico por concentrar un tercio de la capacidad de riqueza del Estado Español, en una superficie de apenas un 12% del mismo. Se puede decir que no hay una configuración territorial continua que produzca más en menos espacio.

    28%20milions Sin pretender en estos momentos realizar una exhaustiva explicación del pancatalanismo, queda bastante claro cuales son los verdaderos orígenes de la enorme querencia que los nacionalistas catalanes experimentan por esta comunidad autónoma. Pero ¿cuales son los impedimentos para que esta unión se materialice? Bien, en Islas Baleares que no ha ganado nunca el PSOE, con el tiempo se ha conseguido que el proceso vaya tomando forma aún a pesar de gobernar el Partido Popular y algunas estrategias se van realizando como la de la normalización lingüística, elemento clave en el proceso. Sin embargo en la Comunidad Valenciana que parecía que iba a ser coser y cantar con las victorias del Partido Socialista las tres primeras convocatorias, resulta que a partir del año 1995 fue el Partido Popular el que las ha ido ganando una tras otra. Tal vez los valencianos no estén muy de acuerdo con ese proceso «unificador» en los términos que se pretenden, aunque estoy seguro que esto les importa bien poco a los estrategas pancatalanistas. Pues esa es la actual situación desde hace años, en hacer pasar por el aro al igual que lo lograron en las Islas Baleares, al Partido Popular al frente del gobierno de la Comunidad Valenciana. Esta comunidad autónoma, mientras el nacionalismo catalanista y su vinculación con la izquierda exista, será objetivo político por el mencionado valor estratégico.

    Solo teniendo en cuenta esta situación se pueden entender las maniobras mediáticas y políticas que se están desencadenando, cuyas consecuencias pueden ser insospechadas para los que las traman, ya que al no tener nada especialmente denunciable que no sea la misma corrupción que está presente en todas partes, en todos los partidos, y desde hace tiempo, se desestabiliza todo el sistema representativo y partidocrático. Se denuncia la corrupción, y se hace uso de un sistema judicial cuya legitimidad se pone en entredicho, pero la alternativa que se da a entender no es una mayor imparcialidad, mayor independencia o mejor funcionamiento de este, sino la alternancia política, es decir, «dejar que me ponga yo para poder hacer lo mismo cuando me parezca».

    Para ello, una de las tácticas habituales es la de utilizar la influencia sobre el gobierno central para llevar a la práctica todos estos objetivos. Por pura estrategia electoralista, al que actualmente ocupa La Moncloa le parece estupendo destapar lo que se pueda sobre el partido de la oposición y de paso evitar así hablar de la crisis, del paro o de las bajas en la guerra de Afganistán, antes que hacer frente a su responsabilidad. De esta forma se saca a la luz lo que ya sabíamos: que los políticos se pegan una vida de puta madre a a costa del dinero de los ciudadanos, con cochazos de lujo, despachos alucinantes, sueldazos tremendísimos, clubes de alterne, y elecciones a dedo de empresas de amiguetes o de las que se cobra una comisión

    Pero en los últimos días, la actividad política y mediática parece olvidarse de todo lo que ocurre y ha ocurrido en la casta política en general, como si ya estuviera solucionado y no hubieran más responsabilidades políticas, como si el mal olor no viniera de «más arriba» en la jerarquía, o como si no fuera el propio sistema de elección y control de los representantes políticos el que funcionara mal; y la prensa española sea escrita o visual se estrena día si y día también con este caso relacionado con un único partido (el de la oposición, por supuesto), y en una comunidad autónoma (la del valor estratégico nacionalista y electoralista)

    ElCarmel La diferencia es que en esa comunidad autónoma en la que hay algo «que huele tan mal», en lugar de hundimientos de barrios enteros, hundimientos de túneles de tren que afectan a viviendas de particulares o apagones gigantescos con perjuicios a miles de ciudadanos (aunque ya ha pasado el tiempo conveniente para que la gente no se acuerde), hay un parque de atracciones (no muy rentable, eso si), una Ciudad de las Artes y Las Ciencias que es la envidia de media Europa y atractivo turístico de primer orden (que está costando un ojo de la cara y cuyo arquitecto se está forrando literalmente mientras que hay barrios que permanecen desatendidos), por no hablar de la reforma de la zona portuaria (el segundo de España por detrás de Algeciras y por delante de Barcelona) para la Copa América y el Circuito de Fórmula Uno. No es por nada, pero no hay color.

    ciudad-de-las-artes-y-las-cienciasY todo este tinglado está teniendo el curioso efecto boomerang de estallarles en la cara no solo al partido que actualmente gobierna en la Comunidad Valenciana objetivo del proceso, si no a la clase política en general, ya que ahora se desvela que hasta el propio Zapatero ha tenido algo que ver con el beneficio a las empresas relacionadas en esta trama. Por añadidura, los intentos por solucionar el asunto en una especie de huida hacia delante para salvar el culo y que caigan otros, y pretendiendo apartar de la misma forma que los eligieron (a dedo) a los diputados y concejales involucrados, evidencian las deficiencias de todo el sistema representativo ya que el diputado tiene derecho a conservar el acta que le define como tal hasta finalizar la legislatura, a pesar de ser expulsado del partido. De esta forma, los responsables últimos siguen siendo los jefes de partido que gracias al poder que un incongruente sistema de representación les otorga, regalan unos escaños a gente irresponsable sin poderles exigir ningún tipo de reciprocidad ni deber ante el electorado. Hagan lo que hagan para salvar la carita los jefes de partido, los ciudadanos nos tenemos que comer con patatas a sus chupópteros descarriados.